¿Se puede hacer política sin un mínimo de empatía? Esa es la pregunta que resuena con fuerza en los pasillos de la política mexicana tras el tenso cruce de declaraciones entre el senador de Morena, Gerardo Fernández Noroña, y la alcaldesa de Uruapan, Grecia Quiroz.
El epicentro de este conflicto es la ciudad de Uruapan, Michoacán, y el lamentable asesinato de Carlos Manzo, esposo de Quiroz y alcalde en funciones. Al asumir el cargo, la alcaldesa hizo un movimiento audaz y doloroso: pidió que se investigara a los morenistas Leonel Godoy y Raúl Morón Orozco, señalando que su difunto esposo los había implicado en amenazas.
La respuesta de Noroña fue, para muchos, desmedida. En lugar de ofrecer condolencias o un debate mesurado, el senador lanzó una andanada de críticas personales contra la viuda. Su tesis principal: Grecia Quiroz está usando la tragedia para escalar políticamente.
Noroña sentenció que a Quiroz "la ambición se le despertó" y que su objetivo final es la gubernatura de Michoacán. Calificó la acusación contra sus compañeros de Morena como "irresponsable" y sugirió que la alcaldesa estaba siendo utilizada por la oposición— la que él llama "derecha fascista"— para ganar terreno. Incluso, intentando descalificar la figura del edil asesinado, el senador afirmó tener información que reservaba, asegurando que "No es un santo". El senador puso el foco en la supuesta estrategia política de la alcaldesa, ignorando la circunstancia del duelo.
El nivel de la confrontación escaló tanto que la presidenta Claudia Sheinbaum tuvo que intervenir, y su mensaje fue un claro llamado al orden y, sobre todo, a la humanidad.
La presidenta no debatió si Quiroz era ambiciosa o no; Sheinbaum se centró en la sensibilidad y el respeto que se debe a una persona que atraviesa una pérdida. "Yo creo primero, en estos casos hay que respetar. La esposa del alcalde... no está pasando por un momento fácil, acaba de perder a su esposo. En esa parte tiene que haber una sensibilidad, para empezar," puntualizó Sheinbaum.
El llamado de la líder nacional, secundado por otras voces dentro de Morena y la oposición fué que la política no debe anular la ética ni la empatía. Es fácil olvidar que detrás de los cargos públicos hay personas, y en este caso, una mujer que está en el ojo del huracán mientras lidia con el luto.
En la intensidad de la vida pública, el conocimiento (y la conciencia) de la situación humana del otro es tan importante como la estrategia electoral. La política, si ignora el dolor, corre el riesgo de volverse inhumana.

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