La madrugada de este 12 de noviembre no fue silenciosa en el corazón de la Ciudad de México. Desde las 4 a.m., integrantes de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) comenzaron a concentrarse frente a la Catedral Metropolitana. Su objetivo: iniciar un paro nacional de 48 horas y acercarse lo más posible a Palacio Nacional, donde la presidenta Claudia Sheinbaum encabeza la mañanera.
Pero el paso no fue sencillo. En el cruce de Correo Mayor y Moneda, justo a un costado del Palacio, los maestros intentaron derribar una valla metálica de casi tres metros de altura. En respuesta, elementos de la policía capitalina utilizaron el contenido de extintores y gas lacrimógeno para dispersarlos. La nube blanca se elevó entre consignas y empujones, y el grupo se replegó temporalmente.
Según reportes en vivo, alrededor de 600 manifestantes participan en la movilización. Sus principales exigencias son la derogación de la Ley del ISSSTE de 2007 —que modificó su sistema de pensiones— y la reversión de la Reforma Educativa que, afirman, precariza sus derechos laborales.
La protesta ocurre en un ambiente político especialmente tenso. En solo tres días, el 15 de noviembre, se espera una marcha de jóvenes de la llamada “Generación Z” para exigir justicia por la muerte del activista Carlos Manzo y pedir la destitución de la presidenta.
Mientras tanto, el Zócalo permanece blindado por murallas metálicas y un fuerte dispositivo policiaco, símbolo visible de un país donde las calles —una vez más— se convierten en escenario de resistencia y reclamos.
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