Celaya, Gto., 3 de noviembre de 2025.-El rugido de los motores se apagó en la planta de Honda Celaya. El motivo no fue un conflicto laboral ni los recientes bloqueos carreteros en Guanajuato, sino un desabasto global de semiconductores que ha obligado a la firma japonesa a suspender temporalmente su producción. El paro, que afecta directamente a la línea de ensamblaje de la Honda HR-V, es una sacudida para el corazón industrial del Bajío y una alerta sobre la vulnerabilidad de las cadenas de suministro que sostienen a la llamada “Detroit mexicana”.
La crisis se origina a miles de kilómetros de distancia. Una disputa geopolítica entre China y Países Bajos tras la intervención del gobierno holandés en la empresa Nexperia, filial de la china Wingtech Technology, ha interrumpido el flujo de microchips esenciales para la industria automotriz global. Esos pequeños componentes, invisibles para el consumidor pero vitales para la electrónica de un vehículo moderno, son hoy el eslabón más débil de la cadena.
En Celaya, el impacto es tangible. La planta, con una capacidad anual de 200 mil vehículos, ha detenido operaciones de forma indefinida. Miles de trabajadores enfrentan incertidumbre mientras la compañía implementa medidas para proteger el empleo y evitar afectaciones mayores en sus compromisos de exportación hacia Estados Unidos y Canadá.
El paro técnico no solo afecta a Honda. En una región donde más de 100 mil personas dependen del sector automotriz, la suspensión resuena como un recordatorio de que la dependencia tecnológica exterior puede alterar la economía local en cuestión de días. Expertos en cadenas de suministro advierten que el desabasto de semiconductores no es un incidente aislado, sino una tendencia global que se arrastra desde la pandemia y que hoy se agrava por las tensiones comerciales entre potencias.
En Guanajuato, donde confluyen gigantes como General Motors, Mazda y Toyota, el paro en Celaya reaviva el debate sobre la autosuficiencia tecnológica. A pesar del impulso del nearshoring, México sigue dependiendo de la importación de semiconductores para sostener su industria automotriz. La falta de estos componentes ha evidenciado la necesidad de apostar por una política industrial nacional que incentive la fabricación local de partes electrónicas y reduzca la exposición a crisis internacionales.
Por ahora, el silencio predomina en los pasillos de Honda Celaya. Los trabajadores esperan instrucciones, los proveedores ajustan sus planes y las autoridades estatales analizan medidas para mitigar el golpe. Mientras tanto, el paro técnico se convierte en un símbolo de la interdependencia global: una decisión tomada en La Haya puede detener una línea de ensamblaje en el Bajío mexicano.
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